Desde los 90 los medios de comunicación nos bombardean cada año con un sinfín de catástrofes (alimentaria, petrolera, climática, etc…) que luego nunca se verifican y ahora están centrados en un supuesto proceso irreversible de calentamiento global y de sequía que, a su decir, acabará con el planeta aquí llamado Tierra (vaya usted a saber cómo le llaman los marcianos). No es un movimiento secular porque contiene los elementos de culpa que mueven las distintas religiones: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Y es que quieren culpan al hombre en general –no al que realmente contamina que no está ni en la UE ni en USA- de ese inminente desastre con el objetivo de modificar nuestros patrones de vida y conducta con el objetivo de que compremos las ideas y los productos que nos indican para ganar esa salvación.
Treinta años después el petróleo no se ha acabado, comen miles de millones de personas más en el planeta, los casquetes no se han deshecho ni, en consecuencia, ha desaparecido la Manga del Mar Menor bajo las aguas. Lo único cierto y medido es que las temperaturas medias globales han subido alrededor de un grado centígrado desde finales del siglo XIX. Incluso el agorero IPCC apunta, como mucho, a una subida de otro grado de aquí a 2100. Frente a esta realidad, la campaña en marcha habla de ‘emergencia climática’ cuando, en realidad, (i) no vivimos ninguna época excepcional porque los cambios en el clima se han sucedido siempre en el Planeta Tierra; (ii) existen múltiples factores que influyen en las temperaturas globales pero aún no se conoce ni cómo ni cuánto ni cuándo influyen cada uno de ellos en ese resultado, ni siquiera si realmente influyen; (iii) en ese sentido, se desconoce también cuál es el alcance del factor humano tanto en el clima como en el resto de esos factores, y (iv) no existe ningún consenso científico porque frente a los que siguen el mainstream mediático, existen otros fuera de esos focos que expresan sus dudas sobre las predicciones que nos venden, precisamente porque no son otra cosa que predicciones con datos sesgados. Lo que sí se sabe es que nunca ha habido una década en la que el clima haya sido igual que en otra.
En este asunto del clima –como en todos los asuntos políticos- no se aplica el método científico ni se permite la libertad de expresión científica. Sólo mainstream. Sin embargo, la ciencia nunca ha sido democrática y la mayoría no tiene por qué tener razón. En este tema, como en aquellos otros en los que se sabe muy poco, lo lógico es aplicar el principio de prudencia y esperar a que avance la ciencia y los acontecimientos. Se trata de evitar poner la venda antes que la herida, sobre todo cuando la venda se la quieren poner a los que no sangran: la UE y USA, cuando los que ahora contaminan de verdad están en otros continentes. ¿Tiene sentido implementar en España políticas que provocarían un daño económico cierto para intentar evitar la incierta subida de un grado centígrado en el Planeta de aquí al año 2100 cuando el peso de España en el Planeta Tierra es del 1,3% del PIB Mundial? ¿No deberían responsabilizarse otros con más peso mucho antes y no lo hacen? Respondan ustedes mismos.