La Sala de lo Contencioso-Administrativo del TS ha desestimado el recurso presentado por Greenpeace, Ecologistas en Acción-CODA, Oxfam Intermón y la Coordinadora de ONGS para el desarrollo, entre otros, contra el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), aprobado por Acuerdo del Consejo de Ministros (16.03.2021), considerando que el mismo es ajustado a derecho, no arbitrario y cumple con los compromisos de la UE en esta materia y con el Convenio de París, en cuyos postulados decían basarse los recurrentes. Así, solicitaban la anulación parcial de dicho Plan para no superar los 1,5 grados centígrados de incremento de temperatura global y para que la reducción de emisiones, para dicho periodo, no fuese inferior al 55% en 2030 (frente al 23% que contempla dicho Plan respecto a los niveles de 1990). Asimismo, el TS destacaba que reconocer la reducción de emisiones solicitada en la demanda supondría obligar “al Estado español a la renegociación de una política diseñada, en plena armonía, en todo el ámbito de la Unión, es decir, incluso se estarían afectando a las competencias internacionales, ciertamente peculiares en el caso de la Unión, del Gobierno”.
Toda esta presión mediática acerca del ‘Calentamiento Global’, de la ‘Crisis Climática’, no puede ser casual sino que parece una estrategia pensada para doblegar la voluntad y el comportamiento de millones de personas no en aquellos continentes que más contaminan sino, por el contrario, en los que menos y que poco a poco está siendo destapada por la Comunidad Científica que recientemente ha publicado una Declaración Climática Mundial, promovida por la Fundación CLINTEL y respaldada por más de 1.600 científicos y profesionales, en la que concluyen que «no hay emergencia climática» mientras desmontan muchos de los postulados de ese ecologismo que vaticina terribles catástrofes naturales derivadas de un calentamiento global por las emisiones de CO2 a la atmósfera que imputan exclusivamente al hombre, recomendando que «la ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales, así como los beneficios imaginarios de sus medidas políticas».
Los científicos advierten que «no existe una verdadera crisis climática», sin embargo, «la narrativa popular sobre el cambio climático refleja una peligrosa corrupción de la ciencia que amenaza la economía mundial y el bienestar de miles de millones de personas” y que «creer en el resultado de un modelo climático es creer en lo que sus creadores han incluido” sin que ninguna de estas premisas sean verdades científicas sino meras conjeturas. Frente a las mismas, la Declaración precisa (i) que el clima de la Tierra ha variado desde que existe el planeta, con fases naturales frías y cálidas, y que no sorprende que ahora estemos experimentando un período de calentamiento; (ii) que el mundo se ha calentado significativamente menos de lo previsto por el IPCC lo que nos dice que estamos lejos de comprender el cambio climático; (iii) que los modelos climáticos tienen muchos defectos y valen como herramienta de política global, además de que ignoran el hecho de que enriquecer la atmósfera con CO2 es beneficioso; (iv) que el CO2 no es un contaminante sino esencial para la vida en la Tierra (el CO2 adicional en el aire ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal mundial y aumenta el rendimiento de los cultivos en todo el mundo); (v) que no existe evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales similares, o haciéndolos más frecuentes, empero sí que existe amplia evidencia de que las medidas de mitigación de CO2 son tan dañinas como costosas, para concluir (vi) con que no hay emergencia climática ni motivo para el pánico y la alarma.
Finalmente, la Declaración se posiciona en contra de la perjudicial y poco realista política de cero emisiones netas de CO2 propuesta para 2050 señalando que el objetivo de la política mundial debería ser la prosperidad de todos gracias al suministro de una energía fiable y asequible y que, en cualquier caso, hay tiempo para reordenar todo el sistema si apareciesen evidencias científicas acerca de la supuesta crisis climática que, a día de hoy, no se contemplan. Verde y en botella. Que no te engañen más.