Como ya venimos comentando con profusión en este blog, España va a ser el país europeo más afectado por la COVID-19 porque 2 de cada 3 euros de nuestro valor añadido bruto provienen de un sector servicios que, en este primer semestre, presentará un encefalograma casi plano. En este contexto, el Tesoro Español acaba de reconocer que las necesidades de financiación superarán los 297.000 M€. Así las cosas, el Plan de Financiación presentado por la Comisión Europea que pronto se empezará a negociar con la intención de lograr un acuerdo hacia finales de este año (750.000M€: 500.000 en transferencias condicionadas y 250.000 en préstamos blandos) supone, nominalmente, que España recibiría durante los ejercicios 2021/2022 un total de 140.446M€ (77.324 en transferencias condicionadas y 63.122 en préstamos blandos). Sin perjuicio de lo anterior, la UE ya tiene aprobadas otras líneas de crédito por importe de 540.000M€: hasta 100.000 en créditos para el reaseguro del desempleo; hasta 200.000 en préstamos a través del Banco Europeo de Inversiones y hasta 240.000 para gasto sanitario. Cuantías, todas ellas, extraordinarias pero que ahora mismo no sabemos si serán suficientes para que España pueda salir de este atolladero: no sabemos qué condiciones impondrán finalmente para el acceso a las transferencias; no sabemos si se podrá asumir o no una financiación de este calibre con una Deuda Pública que ya supera el 100% del PIB y no sabemos si los Mercados seguirán abiertos o no a este tipo de operaciones aunque las respalde el BCE. Tampoco sabemos exactamente cómo la UE piensa financiar todo ese dinero, aunque ya se apunta a la creación de tres nuevos tributos: al plástico, a las emisiones de CO2 y una tasa digital. Por el lado de la financiación todo son incertidumbres.
Lo que sí sabemos es que el confinamiento radical –que no ha salvado vidas, antes al contrario, sino que sólo ha tratado de salvar a la Administración del colapso- ha logrado que los ingresos públicos de Abril 2020 caigan casi un 30%, hasta los 18.942M€ que marcan su nivel más bajo desde 1999. El escenario apunta a una caída del 40%, algo que ya predijo el Colegio de Economistas, lo que nos situaría en los mínimos de 2012/2013 cuando la UE tuvo que articular un fondo de rescate para nuestro país porque entonces necesitábamos 350.000M€ y sólo pudimos lograr 250.000 en los mercados. Al desastre en los ingresos se le tiene que sumar el necesario aumento del Gasto por la crisis del COVID-19 (hasta el 10,4% del PIB por ahora) lo que ha provocado que el déficit se dispare por encima del 135% con respecto al mismo periodo del año anterior y todo ello mientras el Desgobierno Comunista sigue pensando en clave electoral aprobando el Ingreso Mínimo Vital mientras tiene pendiente de abono casi un millón de prestaciones derivadas de los ERTE.
Lo que también sabemos es que este año volverán los recortes y la condicionalidad y los hombres de negro porque todo ese dinero que necesitamos no va a caer del cielo y quienes lo pongan exigirán unas condiciones que permitan la devolución de dichos préstamos así que en lugar de gastar indiscriminadamente en partidas no productivas lo mejor será que vayamos pensando en un radical plan de recorte del gasto superfluo que solucione el inveterado déficit público para poder abordar una brutal bajada de impuestos que permita a un tiempo ganar productividad, aumentar el PIB y reducir el paro, en lugar de pensar en la derogación de la reforma laboral porque muy pronto lo que no hayamos hecho nosotros por las buenas lo harán, afortunadamente, los hombres de negro por las malas.