En plena crisis, los precios de los suministros básicos de energía –trufados con altísimos impuestos- no paran de subir y se sitúan ya en máximos desde el 2014, tirando además del IPC al alza y complicándolo así todo un poquito más.
Por una parte, tenemos el incremento en los precios del petróleo y el gas, con una gasolina 95 que ya roza de media 1,36€/litro con un alza de un 23% en este último año lo que supone que el coste de rellenar un depósito estándar de 60 litros haya pasado a costar unos 81€ cuando, hasta hace poco, sólo costaba 66€ y cuando, además, en 2014 el coste del petróleo era un 37% más caro que en la actualidad (85$/barril frente a los 70$/barril actuales) y el cambio euro/dólar nos favorecía (1,25$ por euro frente al 1,20 actual).
La clave no está, por tanto, en el coste de la materia prima sino en los impuestos y el margen de beneficio de las petroleras. Del total del precio de la gasolina, el coste del crudo supone un 30,1%, mientras que los impuestos son el 53,2% y el margen bruto de distribución pesa el 16,7%. El diésel tiene una carga impositiva inferior (un 49,1% son impuestos) pero el incremento al final ha sido muy parecido (+22%). A pesar de todo, el Desgobierno Comunista quiere igualarlos y ya ha propuesto elevar el impuesto al diesel en 3,8 céntimos por litro mientras hace poco, en 2019, ya se armonizó el tramo autonómico del tipo especial del Impuesto sobre Hidrocarburos fijándose en el máximo permitido anteriormente de 4,8 céntimos por litro para todas las CCAA.
A todo lo anterior hay que sumarle también el aumento de márgenes de las petroleras que para la gasolina 95 ha pasado de los 17,1 céntimos/litro a los 22,2 céntimos/litro (3,4 céntimos/litro por encima de la media de la UE en un país con menor poder adquisitivo medio) lo que supone un 30% más de margen. Para más inri, los expertos no auguran mejoras a corto plazo por la fuerte demanda a nivel mundial que se está produciendo con el fin de las restricciones en muchos países y ya apuntan, en el mercado de futuros, a un barril sobre los 100$.
Por otra parte, también tenemos el precio medio de la luz en el mercado mayorista en máximos por encima de los 90€/MWh y con la vista puesta en los máximos de 95€/MWh que se alcanzaron con la tormenta Filomena. Esta subida viene, sin embargo, provocada por el alza en el precio del gas que necesitan las centrales y por el coste récord del CO₂ -menudo trucazo lo del medioambiente- que se cobra dentro de la UE por emitir este gas de efecto invernadero. Con todo, el gas ha pasado de los 5€/MWh del pasado verano a más de 25€/MWh en la actualidad mientras la tonelada de CO₂ cotiza ahora a 51€ frente a los 25€ del pasado año.
Así, en lo peor de la crisis, todos los ciudadanos se ven obligados a pagar más por todas y cada una de las fuentes de energía, subidas que además están disparando el IPC -situado ya en el 2,70% interanual- con lo que la presión inflacionista se está trasladando al resto de los suministros básicos, incluidos los de primera necesidad, lastrando el poder adquisitivo de las familias y con ello la recuperación económica, en un contexto de turismo sin muchos extranjeros, por las distintas políticas frente al COVID, mientras el Desgobierno Comunista, empeñado en aumentar la recaudación en lugar de facilitar la recuperación, insiste en no bajar impuestos y nos vende reformas legislativas cuyos efectos –de tenerlos- no llegarán hasta dentro de, como poco, 2 años, con lo que a buenas horas mangas verdes. Acuérdate de todo esto cuando vayas a votar.