Con el precio de la luz constantemente en máximos históricos –acumula ya una subida del 200% en el último año- y ante la inacción de este Desgobierno Comunista, la pregunta obligada para el consumidor de a pie es si conviene pasarse al mercado libre y cómo podemos imaginarnos con la campaña en ese sentido iniciada por las grandes compañías eléctricas la respuesta es no, salvo que la oferta sea muy buena y ninguna lo es. La apuesta por el mercado libre tuvo sentido hace unos meses en los que no existía la actual presión alcista -por los factores ya comentados anteriormente en este blog- pero en estos momentos el precio de cualquier oferta seguramente superaría el precio actual porque el mismo será el resultado de sumar la estimación de precio para el próximo año, más un colchón de seguridad, más el margen de beneficio correspondiente, por lo que la única ventaja que ahora se podría obtener es la de la seguridad de que, en dicho periodo, no existan altibajos en el precio de la factura… a cambio de pagar más ahora.
El llamado PVPC (precio de venta al pequeño consumidor), precio del mercado regulado, afecta a un 40% de los consumidores mientras el 60% restante está en el mercado libre -aunque muchos ni siquiera lo saben-, en que el precio no viene determinado por la famosa subasta diaria, sino que es el que cada empresa quiera fijar por lo que, sobre el papel, podría ser más barato que el precio regulado -hasta ahora lo era-, sobre todo en momentos en los que se disparaba el precio regulado. La energía, como dijo Lavoisier, ni se crea ni se destruye sólo se transforma por eso las comercializadoras tienen también que comprar la energía en el mercado mayorista a los precios correspondientes trasladándolos luego a su tarifa lo que conduciría, de fijar un precio inferior al precio mayorista, a perder dinero y no están para eso cuando además, para el conjunto del año, resulta matemáticamente imposible batir al PVPC.
¿Cómo se marca entonces el precio del mercado libre? Pues sencillamente marcando uno superior al estimado para el mercado mayorista del próximo año –porque los contratos suelen ser anuales- con un colchón lo suficientemente grande para absorber posibles subidas como las que estamos viendo por lo que ahora resulta prácticamente imposible que la tarifa libre sea inferior a la regulada. A medio plazo, seguirá resultando imposible porque el PVPC bajará a niveles más normales tarde o temprano mientras la tarifa libre seguirá siendo la misma, motivo por el cual las compañías tratan de pasar al mercado libre a todos los clientes que puedan. La única manera de superar, hoy por hoy, al PVPC sería con una superoferta especial de entrada para captar a clientes nuevos –al mejor estilo de las compañías telefónicas- que lógicamente tiene fecha de caducidad y mucha letra pequeña (permanencia, penalización, costes adicionales, como p.e. las aportaciones al Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico, con cláusulas de compensación en caso de que el precio mayorista supere determinados niveles, etc…). Como podéis ver, esta todo el pescao vendido y las compañías tienen la sartén por el mango y unos clientes cautivos a los que hacer pasar por caja.
El problema, por tanto, es estructural y la PPSOE ha decidido mantener ese oligopolio eléctrico -otro más- que atenta contra la competencia y sólo favorece a los partidos políticos, a través de las puertas giratorias y otras llaves para resolver financieramente las políticas de moda (p.e. ver como IBERDROLA se vuelca con el deporte femenino), mientras por el contrario los ciudadanos, privados de un mercado competitivo, tienen que comerse multitud de cargos, peajes e impuestos que para más inri suponen el grueso del recibo eléctrico. La PPSOE no sólo se niega a actuar, sino que potencia el beneficio de dicho oligopolio en cuanto la ocasión se presenta (ver la subida del pasado Junio2021, denunciada por la CNMC, aprovechando el cambio de tarifas por tramos horarios que luego las comercializadoras aplican independientemente de que el cliente tenga contratado el mismo precio las 24H o las nuevas barreras al acceso del bono social) y, frente a la supresión de los peajes de carretera entre Madrid y Barcelona, impone nuevos peajes eléctricos a todos los españoles gravando con un IVA desmedido una tarifa eléctrica desbocada merced a la falta de competencia y a un sistema de fijación del precio inadmisible por el que el precio final para todos resulta del que oferte el mayor precio en el mercado mayorista, con lo que ahora mismo el precio solo pueda subir y subir. Supongo que la salvación la encontraremos en mantener el veto a la energía nuclear, en la subida del SMI y en enfocar, con una perspectiva de género, el hetero patriarcal mercado de la electricidad.