Con el coste de la energía eléctrica marcando máximos históricos cada semana (se mueve entre los 220 y los 250€/MW/h), lo único que está claro es que la PPSOE nos la ha vuelto a jugar dejando a España a los pies de los caballos de los productores de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y haciendo de nuestro país un país dependiente y, por lo tanto, frágil y expuesto a los vaivenes de un mercado en manos de muy pocos y fácil de complicar, por su necesidad de transporte, con cualquier conflicto. Así las cosas, la primera guerra –de muchas- que debería librar España es la de la independencia energética para poder avanzar en el resto de los terrenos.
Para ello, se necesita una visión estratégica a largo plazo y no la presente visión cortoplacista para bajar el precio de la electricidad el mes próximo, aunque para ello haya que quemar lo que haga falta, incluso carbón importado. Casi todos nuestros socios de la UE ya se están movilizando una vez que tienen claro que la «fiebre verde» no va a resolver nuestros problemas ni presentes ni futuros porque la realidad nos dice que el actual sistema de fijación de precios de la electricidad liga su precio al del gas. Y esto no va a cambiar en muchos años si no actuamos ya, porque el peso de las energías renovables en el mix energético europeo –España incluida- es menor y nunca logrará satisfacer, por sí mismo, la creciente demanda de energía eléctrica que, lógicamente, va a continuar en el tiempo a nivel mundial presionando los precios al alza de esos combustibles fósiles (que por cierto no se acaban).
La solución lógica es apostar por una energía nuclear europea que, a día de hoy, es segura, limpia y barata y de la que podemos auto proveernos sin depender de terceros estados superando los complejos generados por los partidos comunistas y/o verdes a raíz de dos accidentes históricos: (i) el de 1986 en Chernóbil (Unión Soviética), cuando estalló el reactor 4 de dicha central a consecuencia del hundimiento económico de una URSS más preocupada de la carrera armamentística contra los USA que del mantenimiento de sus centrales nucleares, y (ii) el de 2011 en Fukushima (Japón), cuando un terremoto de magnitud 9 y el posterior tsunami sacudió dicha central, situada a la orilla del mar, provocando la pérdida accidental de refrigerante lo que condujo a tres fusiones de núcleo en las Unidades 1, 2 y 3 de la central. La propaganda negativa alimentada por los productores de combustibles fósiles y extendida por comunistas y verdes hace que, aún hoy, el humo blanco que emiten sus chimeneas provoque un miedo instintivo cuando, en realidad, se trata de un limpio vapor de agua. A mayor abundamiento, un reciente estudio de la Universidad de Harvard señala que las centrales de carbón matan a 10M de personas al año en el mundo, sin embargo, son las nucleares con esos dos accidentes históricos -por motivos tasados- las que cargan con el sambenito. Los únicos que se oponen racionalmente a la nuclear son los que tienen intereses en otras energías como Alemania que aparte de ser el socio de la UE más verde, políticamente hablando, también domina la tecnología de los aerogeneradores (controla el 65% de ese mercado) por lo que no deja de boicotear al nuevo gasoducto Nord Stream 2, que transportará por el Báltico el gas siberiano, al considerarlo negativo medioambientalmente y un arma para Putin.
La tecnología nuclear europea también ha avanzado mucho y ahora apuesta por pequeños reactores modulares conocidos por las siglas SMR y Francia se dispone a anunciar la construcción de seis nuevos EPR (Reactor Europeo Presurizado), un reactor de agua presurizada de tercera generación con una potencia de 1600 MW que está llamado a sustituir a los reactores en activo y que han sido diseñados y desarrollados con tecnología europea (AREVA NP y EDF en Francia y SIEMENS AG en Alemania). En definitiva, que la situación actual, con unas energías renovables que no pueden siquiera aspirar a satisfacer el 100% del consumo y con la especulación financiera disparando los derechos de CO2 mientras los países emergentes y China emiten CO2 a todo trapo, sin control y como si ellos estuvieran en otro planeta, no tiene ningún sentido, motivo por el que un buen destino para los Fondos NEXTGEN de la UE para España bien pudiera ser la energía nuclear europea, como inversión productiva y estratégica, en lugar de malgastarlos –como sucederá- en engrasar la cadena política de favores.