El gobierno de España acaba de anunciar su propio “El Plan” parafraseando a Alonso en ALPINE (aquí lo llaman “Plan de Respuesta económica a la guerra de Rusia”) para supuestamente combatir la lacerante crisis que ya padecíamos que se ha visto catapultada por la invasión de Ucrania a través de los precios del gas y del petróleo, disparando una inflación que ya estaba muy alta (este año promediará por encima del 9% y ahora está en el 9,8%) y que se expande tanto por el sector privado como por el público por la subida de los costes y la indexación para llevarnos, sin ningún género de duda ya, a un escenario de estanflación con la Deuda Pública llegando al 140% del PIB.
Cuando ALPINE no tenía nada que ofrecer, Alonso se inventó eso de “El Plan” para ilusionar a propios y extraños de cara a la temporada siguiente (acaba de declarar que “estamos donde estábamos”) y ahora el gobierno de España hace exactamente lo mismo con ese Plan de Respuesta a la Guerra en Ucrania con medidas que lejos de los cambios estructurales imprescindibles para resolver los problemas que acucian a España, vuelve a recurrir a medidas pseudoasistenciales –como el incremento del IMV o del Bono Social que luego no tramita-, cuya financiación carga además sobre los hombros de los destinatarios mientras se intenta diferir ese nuevo gasto público a la espera de que la recaudación de impuestos –que se niegan, erre que erre, a bajar- obre un milagro que no llegará, porque en el fondo todo son parches de una huida hacia adelante que terminará en tragedia. Frente a eso, la mayoría de los países de la UE, además de actuar un mes antes que España, tuvieron claro que todo pasaba por bajar/eliminar aquellos impuestos que encarecen la electricidad y los hidrocarburos cuyos costes luego se filtran a través de nuestro rígido mercado laboral –más aún tras la reciente contrarreformita- que además el gobierno ha vuelto a intervenir considerando injustificados los despidos por causas relacionadas con el incremento de los costes energéticos (tendrían, en ese caso, que devolver las ayudas y se considerará despido improcedente) lo que condena a las empresas, que no podrán ajustar sus costes, a la quiebra, al tiempo que se vuelven a disparar los ERTE. Los ICO para financiar esta ruina y la extensión de los concedidos durante la pandemia no servirán para nada salvo para disparar el gasto-déficit público cuando todo explote, comprometiendo de paso la estabilidad del sistema financiero.
La intervención del Mercado, con todo, es lo peor. El gobierno no quiere intervenir en lo que en realidad le compete (sector público, impuestos y gasto público) pero se dedica a intervenir en el sector privado, en el Mercado, no para flexibilizarlo y permitir que se expanda sino para todo lo contrario: prohibir, prohibir y prohibir. Esta actitud no sólo atenta contra la libertad de empresa y la propiedad, constitucionalmente protegidas, sino que supone ahogar el único motor de nuestra economía y la limitación de precios y volúmenes que ya están imponiendo en muchos sectores (alquileres, hidrocarburos, aceites, etc…) sólo puede llevarnos a una escasez en el suministro. Si no permiten fijar los precios con libertad a empresas y autónomos, que son los motores de nuestra economía, dotandoles de unas reglas de juego claras, sencillas y flexibles, para que puedan trabajar y ganar un duro, estos pararán, como hemos visto ya con el transporte autónomo y pronto veremos con las pequeñas gasolineras. Mientras tanto, el gobierno sigue engañándonos con la “Isla Energética” para intentar “en las próximas semanas” desacoplar el precio del gas del mercado eléctrico, pero para lo que ni siquiera tienen un proyecto que luego, además, deberá ser aprobado en Bruselas. Largo me lo fiais, amigo Sánchez.
En definitiva, que España tiene dos problemas clave: (i) tiene que superar, de una vez por todas, la obsesión verde por descarbonizar totalmente la economía española en unos plazos inasumibles cuando las renovables, intermitentes y no almacenables, nunca podrán suplir a los combustibles fósiles que ahora constituyen el 77% del consumo de energía primaria (por eso Alemania es la más verde de la UE pero a la vez la más dependiente del gas ruso y ahora está quemado carbón) por lo que el único camino es potenciar y renovar el parque de centrales nucleares para generar energía limpia y barata al margen de los combustibles fósiles y (ii) tiene que implementar, de una vez por todas también, las reformas estructurales que liberalicen el Mercado y reduzcan al mínimo un sector público caro e ineficaz, de lo contrario, esas dos bombas de relojería estallarán, provocando la llegada de los hombres de negro de Bruselas con las dolorosas consecuencias sociales y económicas que nos podemos imaginar. Ese debería ser «El Plan».