El Fondo Monetario Internacional (FMI) está alertando de un problema creciente en las economías avanzadas: aumentan los puestos de trabajo vacantes mientras se mantienen excesivas ratios de desempleo. En su última publicación del “World Economic Outlook” inciden en esta problemática laboral apuntando a que, en España, a pesar de su elevada tasa de paro, existen 109.000 puestos sin cubrir. En el mismo sentido, CEPYME y RANDSTAD han celebrado recientemente una jornada para identificar en qué sectores se da esta esta problemática en un mercado con más de 3M de parados y han identificado que el principal obstáculo está en las empresas de menos de 200 trabajadores, que acumulan el 70% de la oferta de trabajo sin cubrir, empero sin distinción por sectores. El mercado español además está marcado tradicionalmente por su escasa movilidad geográfica a pesar de que sólo alrededor del 2% de los contratos implican un cambio de residencia. El problema radica, sobre todo, en la falta de competencias formativas que se requieren para esos puestos de trabajo vacantes, lo que lleva a las empresas españolas a buscar trabajadores en el extranjero.
Para el FMI, esas tasas de empleo vacantes, que también se dan en USA y UK, son significativamente más altas que antes de la pandemia mientras las tasas de empleo están creciendo lo que no ocurrió en la anterior crisis de 2008. En España, esas vacantes fueron 53.909 en 2013 pero han ido escalando progresivamente hasta las 101.009 en 2019. Luego, con la pandemia, hubo una reducción a 76.007 en 2020 para volver a subir a 109.085 en 2021 según los datos del INE. El FMI apunta a que las razones de este desequilibrio se encuentran fundamentalmente en cinco factores: (i) en las discrepancias en las competencias entre los que ofertan empleo y quienes lo demandan; (ii) en las inquietudes relacionadas con la salud que están detrás de la retirada de los trabajadores mayores; (iii) en los cambios de preferencias laborales de los trabajadores que están detrás de las altas tasas de abandono; (iv) en la ausencia de buenas escuelas y guarderías que llevan a las madres a dejar el mercado laboral y (v) en el efecto de la inflación porque los salarios nominales están creciendo más rápido que las ganancias, sobre todo en los salarios bajos. Esa mayor rigidez en los salarios provoca, además, una espiral inflacionaria porque los trabajadores y aspirantes demandan un aumento salarial para compensar el rápido incremento de los precios que, a su vez, intensifica esa presión inflacionaria.
España, con todo, seguirá encabezando el ránking de desempleo de la zona euro con un 13,40%, por delante incluso de Grecia, con unas previsiones de crecimiento que se van recortando una y otra vez hasta dejarlo, por el momento, en un 4,8% -lo que parece mucho- mientras la inflación media no para de crecer y ya se sitúa en el 5,3% -lo que parece poco- dibujando un escenario catastrófico que se une a una presión fiscal desmedida junto con un déficit y una deuda pública disparados. Todo esto, sin duda, frenará la recuperación y con ella todo lo demás poniendo en riesgo buena parte del tejido productivo, sobre todo, en la llamada España Vaciada. Es necesaria, pues, una revolución tanto en todo lo tocante a la formación, particularmente universitaria y FP, que permita adaptarse muy rápidamente a lo que demanda el mercado y una flexibilización del mercado de trabajo que permita aprovechar todos los recursos disponibles. Para “pagar más”, como pide la ministra de Trabajo, las empresas primero tienen que “ganar más”. Demasiada intervención que está ahogando a nuestra economía.