No fue un santo, pero acabó teniendo más razón que cualquiera de ellos. De guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, con los que buscó tomar el poder por las armas y que le supuso pasar 14 años en prisión, a Presidente del Uruguay donde dejó muchas sombras en su ejecutoria sobre todo relacionados con la pobreza, el gasto y el déficit público, y la educación. Estoy hablando de Pepe Mújica a raíz de su fallecimiento el pasado 13.05.2025, a los 89 años, que no obstante ha dejado un legado de honradez y de sentido común político que merece recordarse.
Entre otras muchas cosas nos advirtió que «el Estado es como la caja de herramientas, no tiene conciencia, los que fallamos somos los humanos que manejamos el Estado” y que era «un viejo medio loco y filosóficamente un estoico por mi manera de vivir y los valores que defiendo, algo que no encaja en el mundo de hoy«. También señaló que los «pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada. Esos son pobres, porque se meten en una carrera infinita. Entonces no les va a dar el tiempo de la vida«. En el mismo sentido, precisó que «el grueso de nuestras sociedades está sometido a una autoexplotación, porque lo que gana tiende a no alcanzarle, porque todo está hecho como para que nunca le alcance y tiene que conseguir más, y trabaja más y más y más, porque gasta cada vez más. ¿Y con qué paga? Con el tiempo de su vida, que lo gasta para producir valor para poder pagar» para preguntarse “¿Cuándo soy libre? Cuando me escapo de la ley de la necesidad«, y para terminar concluyendo que «triunfar en la vida no es ganar. Triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae«.
Su mayor lección política fue, sin duda, afirmar aquello de que «en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida: que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas«, por ello aseguraba que «no acompaño el camino del odio, ni aun hacia aquellos que tuvieron bajezas sobre nosotros. El odio no construye. Esto no es pose demagógica, esto no es cosa de andar eludiendo el bulto, esto no es cosa de poner una cara linda; estos son principios, cosas que no se pueden hipotecar«.
Finalmente, creo que también merece recordarse esta sentencia: «lo que me asusta es el narcotráfico, no la droga. Y por la vía represiva es una guerra perdida: se está perdiendo en todas partes«. Sin embargo, tampoco logró hacer nada significativo contra el narcotráfico en su país, lo que prueba la capacidad de penetración del narcotráfico en esa caja de herramientas que es el Estado.
Decididamente, un personaje al que recordar y con el que meditar.