En este blog ya hemos comentado en repetidas ocasiones que el modelo actual de España es insostenible y que la crisis que vivimos es, por encima de todo, sistémica por lo que la solución real a todos nuestros problemas solo puede venir de un cambio de sistema con mayor o menor profundidad. Una de las patas podridas del actual sistema son las Pensiones y el BDE acaba de denunciar que las cotizaciones no cubren las prestaciones y que el déficit generado lejos de controlarse no para de crecer: en 2017, los pensionistas recibieron 1,74 euros por cada euro cotizado, frente a los 1,28 euros de 2006, con lo que el déficit se dispara un 20,7% en 10 años. Insostenible.
Económicamente habría que tener en cuenta los resultados de las inversiones realizadas con tales cotizaciones pero la estructura piramidal de nuestra Seguridad Social (pagan las prestaciones no con las cotizaciones realizadas por esos pensionistas más los resultados de la inversión realizada con las mismas sino con las cotizaciones actuales de los trabajadores) elimina dicho componente de rendimiento de la inversión generando una deuda superior a los 50.000M€ que obliga a financiar el pago de parte de las pensiones con el presupuesto anual. Ridículo.
Otro efecto pernicioso del infausto sistema actual es la desigualdad: para las jubilaciones anticipadas el ratio es de 1,39€ por euro cotizado; para las jubilaciones prorrogadas –las de los pensionistas que han decidido continuar trabajando pese a cumplir la edad reglamentaria de jubilación- el ratio es de 1,74€ por euro cotizado mientras que para las jubilaciones parciales el ratio se dispara hasta los 1,89€ por cada euro cotizado a la SS. Increíble.
Los últimos estudios, tanto del BDE como de FEDEA, señalan que las cotizaciones medias realizadas por los jubilados españoles cubrirían un periodo como pensionistas de aproximadamente 16 años frente al periodo real medio de cobro de esas pensiones que se sitúa en los 21 años. Esa brecha que, según los casos, va de los 5 a los 8 años es otro de los factores que hace inviable el actual sistema. Otro factor relevante lo encontramos en el crecimiento de la economía española, que es la que realmente paga las pensiones por efecto del sistema piramidal, en la que observamos un crecimiento medio anual del 2,30% mientras los números de las pensiones presuponen una rentabilidad anual media del 3,50% sobre las cotizaciones pagadas lo que abre otra brecha, esta vez financiera, de 1,20%. Ruinoso.
Esto que se debería haber ido ajustando en los años de mayor crecimiento, explotará ahora en el contexto de desaceleración por la siniestra gestión de la COVID-19 por parte del Desgobierno Comunista lo que a buen seguros se traducirá en ajustes impopulares e injustos en algunos supuestos como el retraso de la edad de jubilación y la rebaja de las pensiones que no podrán siquiera revertir el problema porque es sistémico.
La solución al creciente problema de las pensiones pasa por la creación de un nuevo sistema individual que recoja lo realmente cotizado más sus rendimientos financieros complementado con un sistema de pensiones privadas fiscalmente incentivadas junto con un periodo transitorio que permita ajustar financieramente el déficit sin perjudicar demasiado los derechos adquiridos por los cotizantes –sobre todo de aquellos que ya llevan cotizando un número de años significativo (>10 años) en el actual sistema- para que a medio plazo se pueda alcanzar un equilibrio entre cotizaciones y prestaciones.