Todos los Bancos Centrales están apoyando a la economía real y a la financiera con políticas monetarias expansivas –más aún desde la pandemia- en el marco del escenario actual de tipos de interés artificialmente bajos instaurado tras la crisis del 2008, buscando el estímulo económico con programas de expansión cuantitativa basados en la compra directa de activos financieros (bonos del Estado, bonos de deuda privada, acciones, etc…) mediante dinero de nueva creación lo que ha permitido a los gobiernos no tenerse que preocupar en exceso por el Déficit Público, facilitando tanto el Gasto Público como una creciente Deuda Pública.
Sin embargo, la FED que hasta ahora venía haciendo lo mismo (comprando 120.000M$ cada mes de los que 80.000M$ son bonos del Gobierno y los 40.000M$ restantes son titulizaciones hipotecarias) acaba de anunciar –siempre advirtieron que esos apoyos serían usados «con fuerza, proactividad y agresividad» hasta que la recuperación económica fuera sólida- que ya se prepara para una retirada de estímulos, conocida en el argot como “tapering”, que se materializará con un descenso en el ritmo de compras netas de activos financieros de 15.000M$ al mes desde finales de este año y hasta mediados de 2022 porque ya tiene la tasa de desempleo por debajo del 5% (la tercera parte que en el pico de la pandemia). Por otro lado –así lo venimos comentando en este Blog- nos encontramos también próximos a un escenario en el que subirán los tipos de interés, que en la actualidad se sitúan prácticamente en el 0% -ya se habla de un 1% para 2023 y de un 2% para 2024- por lo que, en pocos meses, España se tendrá que enfrentar a un escenario combinado de tapering por parte del BCE, lo que sin duda reducirá su capacidad de maniobra con el Gasto y la Deuda Pública, y de tipos de interés crecientes a nivel mundial, lo que hará cada vez más gravoso atender al pago de la disparatada Deuda Pública (122% del PIB y 1,3B€). Por si eso no fuera ya poco, también tendrá que enfrentar un escenario de inflación al alza –con la energía como caballo de batalla que además contamina al resto del mercado a través de las cadenas de suministro- que no tiene expectativas de amainar y que nos aboca –si los Bancos Centrales no consiguen evitar el recalentamiento de la economía- a un periodo de “estanflación”, esto es, una mezcla de inflación persistente y estancamiento económico, que dejaría al BCE sin instrumentos para corregir eficazmente nuestra economía ya que, si subiesen los tipos y se retiraran los estímulos para enfriar la economía y controlar la inflación, se detendría el crecimiento económico, afectando a las variables macro, y de no hacerlo así, correrían el riesgo de que la inflación se descontrolara y también afectara a todas la variables macro. Un auténtico dilema.
En estas circunstancias, España lo tiene particularmente crudo por su situación de sobreendeudamiento público y privado ya que la subida de tipos necesariamente se traducirá en mayores costes tanto públicos como privados que sin duda restringirán el mercado hasta el punto de que muchas empresas privadas, acostumbradas a sobrevivir en un mercado de tipos al 0%, podrían dejar de ser viables o verse realmente comprometidas si sus costes de financiación se ven dificultados. Para muestra un botón: ahora mismo la deuda acumulada por las empresas no financieras supone alrededor del 85% del PIB y una parte importante de la misma se considera de baja calidad, es decir, con riesgo alto de no ser devuelta. La OCDE lo tiene claro y en su Informe de Perspectivas Fiscales para 2060 señala a España como uno de los países donde tendrán que subir más los impuestos a causa de la Deuda Pública desbocada que no sólo tendrá que pagar mayores intereses, sino que cada vez será más difícil de colocar en los mercados internaciones. La AIREF corrobora ese análisis estimando que la elevación de tan solo un punto en los tipos de interés, causaría un exceso de deuda pública de 26 puntos de PIB para el año 2050.
En definitiva, que la actitud condescendiente del BCE durante los últimos años no se ha aprovechado para realizar las necesarias reformas estructurales por parte de la PPSOE, sino que en realidad ha estimulado la imprudencia del Sector Público –y también del privado- más interesado en el crecimiento económico que en mantener equilibrados el conjunto de ratios que caracterizan a una economía ordenada y sostenible. Ahora, en el peor momento, con el Déficit y la Deuda Pública súper disparados a consecuencia de la pandemia, nos encontramos a las puertas de una tormenta perfecta porque todo ese dinero que conforma la Deuda Pública habrá que pagarlo y devolverlo en un escenario de crecimiento reducido, mercados contraídos, tapering, tipos de interés al alza e inflación creciente. Mucho arroz para tan poco pollo con un Desgobierno Comunista que no se plantea otra cosa que un sablazo fiscal con el que acabarán quebrando nuestra economía.