Todos los medios nos están vendiendo la tragedia de Ucrania como si fuera una guerra real cuando, en realidad y de sus propias informaciones, se desprende que todo es una gran mentira. Tengo para mí que en este asunto está todo el pescado vendido desde hace mucho tiempo. Que Ucrania ha sido invadida, es claro. Que existen algunos focos de resistencia, también. Pero esto no es una guerra pues se aprecia con bastante claridad que Rusia está tratando de hacer el menor daño posible en el territorio ucraniano y que espera tomar el control sin mayores sobresaltos para generar luego la menor resistencia posible a todos los niveles. Tienen luz, agua e internet ¿de qué guerra nos están hablando? Por otra parte, también se aprecia con claridad que el gas sigue corriendo hacia Alemania por lo que la incidencia de la “invasión” en los mercados y en la economía será mínima a nivel mundial, incluso positiva si como pienso contribuye a la reactivación del sector relacionado con la defensa.
Más bien estamos asistiendo a un nuevo ajuste en el orden mundial entre las grandes potencias –España, lamentablemente, no pinta nada, aunque salgan Borrell y Albares continuamente diciendo estupideces por la tele-, motivo por el que Rusia toma Ucrania sin respuesta por parte del mundo libre que recibirá o ya ha recibido su parte a cambio. Ucrania es sólo una ficha y el negocio hace tiempo que se cerró. El resto de cosas que dicen por la tele (sanciones, etc…) son cuentos para mantener engañada a la ciudadanía con la connivencia de todos los gobiernos. La UE quiere comercialmente lo mejor de los dos mundos, pero USA está cansado de tener que venir al rescate cuando las cosas se ponen feas sin recibir luego contraprestaciones a cambio por lo que, en defensa de su sector gasista, ha calentado la situación en Ucrania para que Rusia tuviera que enseñar su peor cara. Ucrania no ha sabido o no ha podido leer políticamente la jugada y en lugar de reconocer las anexiones realizadas por Rusia en 2016 (Crimea y el Donbás, que ya tenía perdidísimas) y firmar un acuerdo para seguir adelante, ha optado por tensar la cuerda -seguramente engañada tanto por USA como por la UE- y lo paga con su relativa independencia. Punto.
La única duda que me queda es si la OTAN es real o es otro cuento como la ONU. La OTAN agrupa actualmente a 30 países: USA, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, UK y Portugal, que firmaron originalmente el Tratado de Washington, más una serie de ampliaciones (Grecia y Turquía, en 1952; Alemania, en 1955; España, en 1982; Hungría, Polonia y la República Checa, en 1999; Rumania, Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania, en 2004; Albania y Croacia, en 2009; Montenegro, en 2017 y Macedonia, en 2020). Ucrania lleva intentando entrar en la OTAN desde 1991, cuando se incorporara al Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, pero no le han dejado: el propio Lavrov, Ministro de Exteriores ruso, nos lo ha explicado al declarar que Rusia no quiere ningún conflicto, pero que no admitirá ampliaciones de la OTAN hacia el este. Ahora sólo nos queda saber si la OTAN hará respetar las fronteras de todos sus estados miembros o sólo las de aquellos que firmaron originalmente el Tratado de Washington, convirtiendo al resto en fichas al estilo de Ucrania. Yo si no fuera de los originales y hubiere estado en algún momento detrás del telón de acero tomaría medidas para ser lo más indigesto posible como ficha de cambio y en caso de invasión, sobre todo si la agresividad comercial de los USA sigue en aumento.
La auténtica tragedia se vive, paradójicamente y para mí, en la Unión Europea donde episodios como este ponen de manifiesto como la prensa libre brilla por su ausencia y todos los grandes medios, sin excepción, repiten el mismo discurso dictado desde el poder político que, además, se servirá sin complejos de este episodio para justificar su política, independientemente de su color (las declaraciones de unos y otros partidos políticos en España son para enmarcar). Lo peor de todo, es que servirá de excusa para darle otra vuelta de tuerca a la Dictablanda que se apodera poco a poco de todos los Estados Miembros de la UE –también de España- al calor del miedo que sin duda generan estos movimientos geopolíticos en una ciudadanía cada vez más inculta, más podre y más desunida y, por lo tanto, más cobarde y miedosa, que está ya dispuesta a vender su libertad a cambio de cualquier cosa que le dé, siquiera aparentemente, un poco de seguridad mientras el gran bazar sigue abierto. Dicho queda.