Estos días todos estamos viendo como, por un lado, que el gobierno se resiste a bajar impuestos porque el ingente déficit público en la practica no se lo permite y, por otro, que la recaudación de impuestos está en máximos y que carece de recorrido porque España tiene la economía asfixiada y no sólo no se recupera –ni se va a recuperar sin reformas estructurales de calado- sino que arroja un saldo negativo desde el 2008. En este contexto, llega ahora la crisis de Ucrania –que ya hemos comentado en las entradas anteriores “Un febrero para la Historia”, “La gran mentira sobre Ucrania” y “EEUU ya ha ganado la IVGM”- que va a hacer pupa a todos los países que, como España, son dependientes energéticos del gas y del petróleo. Todo esto, junto a la inflación creciente, la dependencia del dólar para comprar esa energía de la que dependemos y el tappering ya en marcha a ambos lados del atlántico, hace que la única solución posible para España sea reducir mucho el Gasto Público y bajar mucho los Impuestos. Hasta que no se tomen estas dos medidas, no saldremos de la crisis.
En ese capítulo del Gasto Público, destaca que la gestión que hace la Administración de lo Público es patética y un botón de muestra lo encontramos en la gestión del Sistema Nacional de Salud (SNS) que está al borde de saltar por los aires, tras el confinamiento provocado por su incapacidad, como lo denuncia el Foro de Atención Primaria. Asimismo, la Organización Médica Colegial (OMC) apunta a la necesidad de incorporar 6.000 profesionales de atención primaria para poder prestar correctamente ese servicio al tiempo que denuncia que «no hay médicos de Familia ni pediatras nuevos a los que contratar» por lo que sugieren, para apuntalar el sistema, «concretar cómo fidelizar a los médicos para evitar que se vayan y que se queden en los centros de salud» cuando 2/3 de los 42.000 médicos que trabajan en primaria tienen más de 50 años y el tercio restante más de 60 (menores de 40 años sólo hay un 14%) por lo que el propio Ministerio de Sanidad reconoce que «tenemos por delante 5-6 años duros, en los que se agravará la situación actual«. Con todo, vemos que estamos ante un sistema “hospitalocentrista» que deja abandonada a una parte importante de la población que vive en ciudades y pueblos que no cuentan con un hospital (el número de médicos, entre 2018 y 2021, se redujo un 1,7%, pero en primaria se perdieron un 2,14% mientras que en los hospitales crecieron un 6%). En resumen: despilfarro y falta de programación que nos llevan a los sufridos contribuyentes al desastre.
Otro de los problemas en relación con el Gasto Público es que la gestión que hace la Administración de lo Público es muy cara: Los funcionarios cobran, de media, cerca de 20,6€ por hora trabajada, frente a los 12,9€ del sector privado (con datos del 2020 del INE), esto es, 7,7€ más por hora trabajada lo que significa que la gestión realizada por el sector público es un 60% más caro que un sector privado que, además, es un sector mucho más eficiente. En números, los funcionarios cobran de media de 2.885€ mensuales mientras que los empleados del sector privado sólo perciben 1.819€ al mes. Esta brecha, lejos de estrecharse, se ha ido ampliando con el tiempo: en 2015 los funcionarios cobraban 866€ más que los empleados del sector privado cuyas remuneraciones han crecido, en los últimos 5 años, unos 100€ mientras que en el sector público han crecido 300€. En números grandes, esa diferencia en la nómina de los 3,47M de empleados públicos que había en España en 2021 supone un sobrecoste próximo a los 45.000M€ de Gasto Público.
Finalmente, la mayoría de los medios de comunicación presentan al modelo de gestión del sector público público como el paradigma de lo bueno y lo igualitario frente al modelo de gestión del sector privado al que se presenta como injusto y elitista, cuando los datos nos dicen que este último es mucho más eficiente y mucho más barato. En este sentido, varias instituciones –como el IEE- apuestan por una mayor externalización en el sector público español para mejorar en eficiencia, aprovechando la mayor especialización y la mayor calidad en los servicios prestados por empresas, y para lograr un ahorro en los costes fruto de las economías de escala que proporcionan dichas empresas (tal y como hemos comprobado con la compra de materiales durante la pandemia). Sin embargo, yo creo que lo fundamental para contener de verdad ese disparatado Gasto Público -controlando así el Déficit Público- es privatizar la gestión de todo el sector público con lo que se logrará lo que ahora parece imposible: mejorar los servicios públicos -no se perderán derechos- y reducir drásticamente el Gasto Público. Un sistema que satisfará mejor las necesidades de la ciudadanía, al tiempo que les evitará pagar unos impuestos desmedidos. Esto es algo que se debería hacer y que la PPSOE, por lo que se ve, no quiere hacer. Tomen nota.