Si hace poco hablaba de la disociación del Hecho Religioso poniendo como ejemplo a las procesiones de Semana Santa (ver entrada ‘Capirotes y sambenitos’), hoy quiero glosar la noticia de que vuelven a abrir el sepulcro de Santa Teresa de Jesús –una de las santas más importantes del catolicismo a nivel mundial, fallecida en 1582– para su veneración pública por tercera vez, ya que anteriormente solo fue expuesto en dos ocasiones: en 1760 y en 1914. Lo harán en la Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen en Alba de Tormes (Salamanca), por 15 días hasta el 25 de mayo, en horario ininterrumpido de 9:00 a 23:00.
Lo anuncian como un acontecimiento histórico en el que participan autoridades tanto religiosas como civiles, pero creo que se trata de otra cosa. No en vano el prior de los Carmelitas invitó a los visitantes a «contemplar la riqueza del patrimonio espiritual» de Santa Teresa, que va mucho más allá de su imagen física, aunque destaca que presenta «el mismo aspecto que tenía la última vez que se abrió su sepulcro». Insiste en que «Santa Teresa de Jesús es para todos, por lo tanto, es patrimonio de la humanidad», mientras Mañueco destacaba que fue «una mujer adelantada a su tiempo … que a mí personalmente, y lo digo con muchísima humildad, me ha marcado».
En el fondo, creo que la Iglesia lo que pretende con esta veneración pública del cuerpo de Santa Teresa no es ahondar en el Hecho Religioso, en la Fe, en definitiva, sino generar miles de vistas de peregrinos y curiosos de todo el mundo convirtiendo al pueblo de Alba de Tormes en una suerte de parque temático de Santa Teresa, en el mismo estilo de Las Edades del Hombre, para generar dinero en lugar de generar creyentes y buenos católicos. Algo que seguramente rechazaría la mismísima Santa Teresa de Jesús, también conocida como Santa Teresa de Ávila, fundadora de la Orden de los Carmelitas Descalzos, mística y escritora, entre otras, de dos grandes obras como son ‘Camino de perfección’ y ‘Las moradas del castillo interior’ y que después fue beatificada, canonizada y proclamada Doctora de la Iglesia al ser, junto a San Juan de la Cruz, uno de los maestros de la vida espiritual.
La vida espiritual ya no le importa a la Iglesia y por eso su cascarón está cada vez más vacío de personas y de contenido religioso –pregúntale a cualquiera por Santa Teresa—mientras se concentran en explotar el inmenso patrimonio que la generosidad del Pueblo Español les entregó por su fe. Esto es lo que ahora les permite montar esta suerte de parques temáticos a la manera de Disney para generar dinero. A falta de pan, buenas son tortas. Es, como he anunciado tantas veces ya, el principio de un final inexorable porque sin fieles no puede haber Iglesia y no la habrá. La creciente disociación donde los participantes de los actos religiosos nada tienen que ver con la Iglesia que los organiza que, además, apreció cada día más en todos los órdenes de la vida, generan un sindiós que acabará con todos ellos.
Podrían hacerse muchas cosas para reafirmar la fe y difundir el mensaje de Cristo entre los propios cristianos de cuna y entre aquellos otros que aún no conocen su mensaje, sin embargo, hace tiempo que la Iglesia pasa de pescar hombres y trata de pescar políticos impíos para hacer negocios con actos que no tienen nada de religiosos, antes al contrario, que solo buscan satisfacer al participante y al turista para que deje allí su dinero, como cualquier otra feria. Bienvenidos a la nueva religión de eventos, diseñada como si de un evento deportivo o musical se tratara. Se vale todo con tal de ganar dinero, aunque se pierda el alma. ¡Santa Teresa qué bien estás en los cielos!