Ante el desastre nacional que se nos viene encima para los próximos 18 meses, el gobierno trata de maquillar la situación con un sinfín de iniciativas entre las que me llama la atención la primera Estrategia Nacional de Impulso del Trabajo Autónomo (ENDITA) 2022-2027, que acaba de aprobar el consejo de ministros y que engloba una serie de “políticas de actuación en materia de trabajo autónomo” a desarrollar en los próximos cinco años –largo me lo fiáis, amigo Sánchez- y con el que pretenden, siempre a su decir, coordinar y dar coherencia a los distintos planes y estrategias para este Sector Autónomos que, en España, tiene una mayor repercusión en el PIB que en otros países miembros de la UE.
Anuncian que el mismo es fruto del “Diálogo Social” y que se alinea tanto con la “Agenda 2030” como con los objetivos de “Desarrollo Sostenible”, tres factores que, a mi juicio, por sí mismos anticipan el fracaso del plan. Plantean seis ejes estratégicos: (i) apuestan por la inclusión y la cohesión social mediante el impulso del diálogo social para combatir los abusos sobre los autónomos y mejorar las políticas de empleo de éstos, incluyendo un nuevo sistema de cotización a la Seguridad Social –con el que pretenden disparar sus cotizaciones a la SS una vez que el recorrido para subir las de los trabajadores por cuenta ajena está agotado-y un aumento de la inexistente protección social al autónomo junto con una redefinición jurídica de la categoría así como la revisión de la normativa que la regula; (ii) apuestan por fijar la población al territorio mediante el fomento del emprendimiento como herramienta de desarrollo local, con medidas de orientación, acompañamiento y formación, incluyendo el fomento del relevo generacional; (iii) apuestan por la digitalización y modernización del trabajo autónomo a fin de mejorar su productividad, competitividad e internacionalización; (iv) apuestan, asimismo, por la “economía verde” y la economía circular; (v) apuestan por la formación a lo largo de la vida profesional mediante un nuevo sistema de formación profesional, incluyendo el impulso de “microcredenciales universitarias” para su recualificación y, finalmente, (vi) apuestan por garantizar la igualdad de género fomentando medidas que eviten el abandono de la actividad tras la maternidad y que permitan la conciliación familiar, incluyendo incentivos al trabajo autónomo de mujeres y al empleo creado por las mismas.
Buenas palabras, mejores intenciones… pero más de lo mismo: palabrería y burocracia que cuesta mucho dinero público y que, en la práctica, no sirve para nada. Lo que en realidad necesitan los autónomos y se puede implementar sin la necesidad de ningún plan rimbombante es: (I) simplificar la burocracia y los costes para emprender cualquier actividad; (II) rebajar todos los impuestos y cotizaciones que gravan el trabajo autónomo…y todo lo demás, y (III) liberalizar los mercados. Con esas tres medidas los autónomos y, de paso, las pymes florecerían de nuevo dinamizando nuestra economía y creando empleo y riqueza. Lo demás son cuentos políticos.