El Desgobierno Comunista está dispuesto a seguir adelante y no se plantea ningún plan de reequilibrio económico-fiscal hasta que la UE recupere en 2023 o más tarde las reglas fiscales contenidas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que pone límites al déficit y a la deuda pública siendo de obligado cumplimiento para los 27 países miembros pero que se encuentran suspendidas desde la primavera de 2020 hasta 2023, tiempo en el que se ha permitido incrementar el gasto sin controlar ni la deuda ni el déficit para combatir la pandemia por lo que tampoco se ha aplicado estrictamente la LO 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, que impone la presentación de ese plan de reequilibrio.
Ese plan también es una recomendación de instituciones como el BDE o la AIREF para lanzar un mensaje de tranquilidad a los socios europeos y a los mercados tras conocerse el desastre en todas las ratios macroeconómicas de 2020 –con un déficit público sobre PIB del 10,97%, sumando el pufo de la SAREB, y con una deuda pública del 120%- a lo que hay que añadir el desastre seguro de 2021 -que se conocerá cuando se consoliden las cuentas- atendiendo, entre otras cosas, al inicial crecimiento previsto frente al conseguido (9,8% frente al 5%) y a la tasa de paro más alta de la UE que presenta España.
Ahora mismo, el PEC ha dejado de ser creíble por cuatro motivos: (i) debería ser anticíclico, pero no lo ha sido, permitiendo a muchos países mantener un déficit estructural en épocas de bonanza que ahora en época de crisis dispara los problemas de déficit y deuda; (ii) sus reglas se basan en indicadores de déficit y deuda (3% y 60%) establecidos hace 30 años cuando la situación y los tipos de interés eran muy distintos; (iii) utiliza un indicador de déficit que no es el contable sino uno estructural cuyo cálculo exige estimar un PIB potencial usando una metodología discutible y (iv) la interpretación de estas reglas requiere de un vademécum de 100 páginas que favorece la politización a la hora de aplicarlas. En realidad, con una deuda conjunta de la eurozona superior al 100% del PIB de la UE pretender volver al 60% rápidamente resulta irreal tanto política como materialmente.
En este sentido, la Comisión Europea inició en septiembre 2020 una consulta pública para la reforma de las reglas fiscales y se han presentado básicamente dos propuestas: (i) la creación de una capacidad fiscal permanente para la eurozona, una versión del Next Generation EU adaptado a cada país, con valores de déficit y deuda personalizados, para poder así financiar las inversiones necesarias, particularmente las verdes y digitales, a pesar del nivel de deuda concreto de cada estado para poder mantener el crecimiento con el que pagarlo todo y (ii) una “regla de oro” para excluir las inversiones verdes y digitales del cómputo de ese déficit para poder así recibir los fondos Next Generation. En cualquier caso, el acceso a esa financiación por la capacidad fiscal conjunta de la UE estaría condicionado al estricto cumplimiento de la senda de ajuste marcada y a la realización de ambiciosas reformas estructurales y todo ello complementado, para cuando el Estado hubiese recuperado su estabilidad presupuestaria, con un mecanismo de prevención de nuevos desequilibrios: una regla “euro por euro” de manera que cada euro más de gasto quede cubierto con un euro más de ingreso permanente.
Por todo ello, los Estados Miembros ya han comenzado a mover ficha de cara a la negociación este año de las nuevas reglas fiscales y del PEC de la UE para 2023 donde a España le va mucho en el envite sobre todo si al final se mantienen las reglas actuales si los 27 no llegan a un acuerdo para reformarlas (tendría que hacer recortes inmediatos por encima de los 25.000M€). El debate nuevamente está entre los frugales (Países Bajos, Dinamarca y Austria) y Alemania, partidarios de la ortodoxia fiscal, y el resto. A los españoles, sin embargo, solo nos queda Europa para frenar tanto despilfarro aprovechado únicamente por los partidos políticos para hacer su agosto. Sin la UE, con todos sus problemas, podríamos darnos ya por perdidos.